La Educación Prenatal
La palabra educación provenía del prefijo "ex" que significa sacar hacia delante y de la raíz "ducere" que significa conducir o guiar.
Cada vez más descubrimientos científicos demuestran la importancia del periodo prenatal. En él, el ser humano construye las primeras bases de su salud, de su afectividad, de sus capacidades de aprender y de relacionarse con los demás. Y lo hace en medio de los materiales físicos y psicológicos aportados por su madre: todo lo que vive la madre, el futuro bebé también lo vive con ella.
La madre, con sus pensamientos, sus sentimientos, su forma de vivir, sus estados interiores, le va modelando. La madre, pues, puede educar al niño antes de que éste nazca, entendiendo aquí por educación la capacidad de despertar, de desarrollar todas las capacidades latentes en el individuo, ya sean de orden físico, emocional, intelectual, moral o espiritual.
Prestar atención al periodo prenatal es una forma de prevención muy eficaz, puesto que no sólo evita ciertas deficiencias y ciertos problemas de índole personal y social sino que interviene en la formación de la salud física y psíquica del individuo. Es también una forma eficaz de prevención de la violencia, y contribuye de manera decisiva a la construcción de la cultura de paz.
Es importante distinguir la Educación de la Instrucción. La instrucción es la transmisión de conocimientos y de habilidades, y utiliza métodos de aprendizaje. Pero al bebé en el útero no hay que enseñarle nada, intentarlo sería arbitrario y peligroso; sería una intrusión en el proceso de formación y ejerceríamos violencia sobre él/ella.
En cambio el objetivo de la Educación es desarrollar las potencialidades del ser humano y su adaptación al mundo. Y la Educación se opera a través de tres procesos esenciales: La Impregnación, la Imitación /Identificación y la Experimentación.
En el periodo prenatal la impregnación es máxima, es celular. El niño/a en el útero se impregna de todo lo que vive su madre.
Si los padres están informados de que su hijo se educa al mismo tiempo que se forma, tienen la posibilidad de evitar que reciba ciertas violencias y pueden darle las mejores condiciones para su desarrollo más óptimo, según su propia dinámica y su proceso natural.
El bebé en el útero vive y convive intensamente con su madre 24 horas al día durante 9 meses. Él no tiene la posibilidad de hacer una selección entre lo que le beneficia y lo que le resulta nocivo. Es la futura madre la que debe hacer esa elección, con la complicidad del padre, de los profesionales que la acompañan, de los educadores y de todas las instituciones.
A nivel físico el bebé construye su cuerpo con los materiales aportados por la sangre de su madre.
A nivel afectivo comparte las emociones de su madre, éstas le llegan por vía hormonal y energética.
A nivel mental, los pensamientos e imágenes mentales de su madre le influyen; una vía de conducción es el agua, según los trabajos del investigador Masaru Emoto. Esto explicaría el impacto de la vida interior de la madre sobre el psiquismo y el organismo de ese futuro ser.
Todo ello invita a los futuros padres y sobre todo a la futura madre, primera y principal educadora de su hijo/a, a transmitirle lo mejor de sí misma y a utilizar el poder de su imaginación creadora para sembrar en él/ella la alegría, la tolerancia, la paz, el amor, el entusiasmo, el respeto... es decir, sensibilizarlo a los más bellos valores del ser humano. Y esos valores penetrarán tan profundamente en el subconsciente de su hijo que le influirán a lo largo de su vida.
Y podemos esperar que seres gestados, nacidos y educados en el amor y el respeto sean capaces de construir un mundo más humano, más justo, pacífico y fraternal en donde cada uno pueda encontrar su lugar y estar al servicio de todos.
Es importante que como padres estemos informados y tomemos conciencia del poder que tenemos, viviéndolo como un honor y un regalo, no como una carga, puesto que todos los padres, queremos lo mejor para nuestros hijos.